Hace un tiempo leímos una entrada de El mundillo Today (posiblemente lo hayamos dicho ya, pero por si las moscas: buscadlos en Facebook y en Twitter, son tronchantes) acerca del uniforme oficial de traductor y de lo que supone no encontrar otro igual cuando lo descatalogan. Sintiéndolo en el alma, tenemos que llevarles la contraria.
Tras años de sesuda investigación y múltiples pruebas realizadas con el método de doble ciego (ninguna de las dos veíamos después de varios libros con una fecha de entrega bastante ajustada), hemos llegado a la conclusión de que los cuadros de franela no son lo más IN ni los más COOL en cuanto a la moda para traductores. Al menos, no para las féminas. Además, se siente una liberación tremenda al comprar un uniforme nuevo, ¡y distinto!, todos los años. No nada mejor para dejar patidifuso al cartero habitual.
Ahora que se acerca el frío, que ya toca el winter de las narices o por lo menos un otoño fresco, Women’s Secret y Oysho nos saturan las bandeja de entrada con lo último en moda para el hogar (no, no tenemos tanta categoría como para buscar pijamas en El Corte Inglés). La Pantera Rosa, Miffy, las flores y los lunares harán furor en esta nueva temporada. Hay cuadros, sí, pero no de franela. Mejor de tela polar, que da más calorcillo y le salen menos bolitas.
Llevamos muchos años aguantando los comentarios malintencionados que dicen que lo nuestro no es un trabajo, que eso de estar delante de un ordenador dándole a la tecla es una afición para pasar el tiempo y que es imposible ganarse la vida honradamente con la traducción (de ganarse la vida no vamos a hablar, pero ricas desde luego que no vamos a hacernos, las cosas como son), pero vistos los nuevos modelos que tendremos a nuestra disposición durante este otoño-invierno, creemos que es pura envidia.
¿Quién no nos tendría envidia si llaman a nuestra puerta y salimos a abrir, ya sean las 11 de la mañana o las 5 de la tarde, de esta guisa?
Y son los más sencillitos, porque si ponemos los que llevan puntilla en el escote, os da algo. O los de satén. Mmm, aunque al mensajero de turno podría mandarle las señales equivocadas, lo mismo se cree que somos personas de vida ociosa porque queremos y no porque el mundo nos ha hecho así.
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