Aprovechando el comentario que nos dejaron en FB cuando compartimos la primera parte, uno en el que nos decían con toda la razón del mundo que la entrada era más un esbozo que algo con más enjundia, os traemos Magia potagia segunda parte. O, lo que es lo mismo, la serie Spellbound de Annabel Chase, y también por qué la separamos de la romántica paranormal al uso.
Lo primero: os vamos a poner en antecedentes.
Emma Hart, una abogada normal y corriente, se dispone a reunirse con una cliente en un lugar recóndito, aunque su pobre coche, recuerdo de su difunta abuela, no esté muy por la labor. Así que, cuando se detiene medio perdida en mitad de un camino comarcal y ve a un hombre que está a punto de saltar a un lago, no duda en salir corriendo para impedirlo.
¿Problema? El freno de mano de su coche se suelta, haciendo que el coche se abalance sobre ella por el muelle que lleva hasta el centro del lago. ¿Más problemas? El hombre que iba a saltar tiene alas y la rescata. Bueno, el hecho de que la salve no es un problema, pero sí el de que sea un ángel caído, atrapado en un pueblo llamado Spellbound y que ella, una humana, no pueda atravesar la barrera mágica que impide a los seres sobrenaturales que viven en el pueblo salir de él. Eso sí que es un problema, porque eso quiere decir que Emma es un ser sobrenatural y está sujeta a la maldición que recayó hace muchos años sobre el pueblo.
Para ser exactos, Emma es una bruja.
A partir de aquí, dejaremos de hablar por si alguien quiere leerse los libros, que de verdad que son muy entretenidos.
¿Por qué diferenciar este tipo de libros de la romántica paranormal al uso? Básicamente, porque no son serios. A ver, están escritos con seriedad (la mayoría, que también sabemos que hay de todo en la viña de Internet), pero son básicamente comedias románticas con seres mágicos de por medio. ¿Os acordáis de Embrujada? ¿Sabrina, la bruja adolescente? Pues se acercan mucho más a eso que a otra cosa.
En el caso de la serie de Annabel Chase, hay «misterios» por resolver, mezclados todos con la ignorancia supina de la protagonista acerca de sus poderes y de los poderes de los demás residentes en el pueblo. Puede ser un poco lioso al principio (de hecho, el primer libro nos costó un pelín más por la cantidad de nombres que había que ubicar), pero el resultado consigue entretener al lector, que a fin de cuentas es de lo que se trata.
Mmm, hemos repetido varias veces el verbo «entretener».
Primera persona del singular
Otra característica de este tipo de libros, ya tenga el componente mágico o no, además del entretenimiento (¡Ja, otra vez!) es que suelen estar escritos en primera persona. Normalmente en pasado, aunque también hay alguno que usa el presente. Recordamos muy bien la sensación al leer por primera vez un libro en primera persona, allá por los tiempos en los que Internet iba casi a pedales, y no saber si nos convencía del todo o no.
¿Nos convence ahora? La primera persona, se entiende… Pues depende de cómo de bien esté escrito, claro. Desde luego, ya no es un factor decisivo a la hora de probar una autora nueva. Cuenta mucho más el factor entretenimiento (Jijijiji). Y este tipo de libros suele hacernos pasar un buen rato.
En resumidas cuentas, que no le hacemos asco a la magia, a la narración en primera persona ni a las comedias.
Ahora nos toca esperar que salga el siguiente libro de la serie, Better than Hex (sí, hace la broma con better than sex), a ver si sigue cumpliendo nuestras expectativas. Y mientras, bucearemos un poco más en libros parecidos, que hay que ocupar el tiempo adecuadamente.
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