Aquí estamos, un día más en el que se nos presenta un hueco en la agenda traductoril (sí, sabemos que no existe el palabro, pero nos gusta… Por cierto, lo de palabro tampoco les hace mucha gracia a los correctores automáticos) y podemos actualizar el blog con algo. ¿El qué? ¿Una entrada sobre joyas reales? ¿Un cuadro sobre una batalla relevante? ¿Un libro imprescindible para nosotras? Pues no, porque los pocos huecos que teníamos se nos han llenado de trámites burocráticos gracias a nuestro maravilloso sistema tributario… que, sí, vuelve a cambiarnos las reglas del juego sin previo aviso. No os vamos a aburrir con tecnicismos y procedimientos (no, no nos están investigando por fraude fiscal, entre otras cosas porque poco tenemos que rascar) y tacos, muchos tacos muy coloridos y coloristas. Nooooo, vamos a hablaros de un destino deseado y deseable… para mandar a quien os toca las narices más de la cuenta.
Veréis, hace unos cuantos años, cuando empezábamos en esto de la traducción literaria, allá por los albores de la Humanidad o algo (vale, sólo era 2005), nos tocó en gracia un libro con gran éxito de crítica y un premio Stoker en el año 2000: Hijos del crepúsculo. A ver, no nos malinterpretéis, que en su momento dimos botes de alegría por el libro, como los seguimos dando por cada traducción que nos encargan, pero la temática era… especialita.
Os resumimos mucho la trama: los nazis idean un plan de montar una colonia de judíos en Madagascar. Como era la tercera parte de una trilogía (sí, en otros géneros también publican algunas series de aquella manera, no es algo exclusivo de la romántica), no teníamos los referentes de los personajes principales, tuvimos que lanzarnos al vacío. Al vacío de una historia macabra con ciertos personajes muy tocados.
No os vamos a mentir, después de tantos años tenemos un recuerdo bastante difuso de la historia en sí. Recordamos que era bastante desagradable en algunas partes, surrealista en otras muchas; pero, sobre todo, recordamos unos bichos… Perdón, unos animales que pululan por Madagascar: los aye-aye.
¿A que es un animalito precioso? Te entran unas ganas de achucharlo… Ejem. Por eso mismo, cada vez que encontramos a algún personaje o personajes que nos tocan las narices más de la cuenta, puede que haya retahíla de tacos (ya sabéis, siempre coloridos y coloristas), pero lo que nunca falla es nuestra frase de cabecera desde que tradujimos Hijos del crepúsculo: «¡A Madagascar con los aye aye!».
Y ahora que ya hemos descubierto un oscuro secreto, volvemos a lo nuestro. Y un aviso a navegantes: si algo funcionaba bien, y era sencillo y cómodo para los implicados, se lo cargarán por sistema tarde o temprano.
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