Novela romántica y literatura

¿Se puede considerar la novela romántica como literatura? Ah, una pregunta peliaguda. Esa tipificación como «no literatura» la han sufrido, y sufren, muchos géneros, no sólo el romántico. En ese sentido, lamento decir que la novela romántica no tiene nada de especial. La ciencia ficción, las novelas de aventuras por entregas (los folletines, para que nos entendamos, que de folleteo tenían bien poco… o bien mucho), la fantasía (Tolkien, G.R.R.M. y también, por qué no, J.K. Rowling han conseguido cambiar la percepción, porque se ha generalizado y no es solo reducto de frikis) o la literatura juvenil.

Portada inglesa de Harry Potter y la piedra filosofal
Harry Potter y la piedra filosofal

El debate de si la novela romántica es literatura o no, de si es meritoria o no, reaparece cada cierto tiempo, va y viene como la marea, y según sople el viento en cada época, deja más o menos tufo a su paso.

No voy a entrar en si la novela romántica es o no literatura; primero, porque no me interesa esa polémica, y segundo, porque me parece ficticia. La polémica, por supuesto. Me gusta un libro o no me gusta, está bien escrito o no lo está (desde el punto de vista formal), la trama se sostiene o no se sostiene, tiene sentido o no lo tiene… De todo esto, solo el primer punto es subjetivo; todos los demás, como que no tanto.

Si te gusta algo, te gusta. Los gustos no hay por qué justificarlos, están ahí. Puede ser algo que te haga sentir bien, que te emocione, que te haga reír o te haga llorar. Las experiencias personales, percepción de la realidad de cada cual, hace que respondamos de determinada manera a determinadas situaciones o a determinados estímulos. ¡Enhorabuena, tenemos gustos propios! Yo, desde luego, los tengo, a porrillos.

El problema que yo tengo no es que a alguien le guste algo o deje de gustarle, como ya he dicho, el gusto es personal. El problema viene cuando se te ocurre señalar los fallos o puntos problemáticos de algún libro (y quien dice libro dice película, serie o encaje de bolillos) y parece que estés atacando personalmente a la persona que lo ha escrito o a quien se lo haya leído y le haya gustado.

Ojito, no hablo de cosas en plan «Este tío es gilipollas», que podré pensarlo o no, pero como crítica queda un pelín mal a no ser que estés tomándote algo con tu grupo de amigos. Me refiero a señalar incongruencias en el texto, agujeros en la trama del tamaño de un catedral o descripciones eternas imposibles en una narración contada desde el punto de vista de un personaje (como conocer los pensamientos de un personaje secundario en un libro narrado en primera persona). Mejor paso de comentar los argumentos de protagonistas dominantes con muchachitas inocentes y sumisas, que me puedo meter en un jardín muy gordo.

Como somos dos y tenemos gustos parecidos, le insistí a May para que se leyera los libros de Patricia Briggs… y fue incapaz de hacerlo. «Qué coñazo de descripciones, qué lenta», me dijo cuando reconoció que no podía. Y aunque me encanta Patricia Briggs y espero ansiosa que salgan sus libros, tengo que reconocer que razón no le falta. Cuando se pone a describir, se emociona y la acción brilla por su ausencia. Tiene unos personajes estupendos y el mundo que ha recreado es muy particular, pero le falta agilidad. A lo mejor, si le hubiera pasado como a mí, que salté de Patricia Briggs a Ilona Andrews, se habría enganchado… o no. Por desgracia, el paso contrario, de Andrews a Briggs, es casi imposible.

¿El hecho de que ella vea esa lentitud que yo soy capaz de pasar por alto invalida su comentario o me impide a mí seguir disfrutando de los libros? Ni de coña. Básicamente porque yo le dije algo muy parecido con El señor de los anillos, que ella adora y que para mi gusto es insufrible. Y aquí seguimos, tan amiguitas como de costumbre.

En cuestiones menos sutiles, a mi compañera de aventuras la saca de la lectura cualquier detalle incongruente. Hace unos años, mientras nos leíamos a la par uno de los primeros libros de los TFLAC de Cherry Adair, me soltó un comentario que todavía me hace reír: «Esta tía no ha estado de noche en un campo en la vida. ¡No se ve una mierda! Y te lo digo yo, que me he criado en el campo. ¡Vamos, en mitad de los árboles! Qué luna ni qué niño muerto. ¡No se ve un pijo! Van a salir corriendo por el monte, ya. ¡Los dientes, se dejan los dientes en el suelo!». ¿Sabéis qué? El libro incluso me gustó más después de ese comentario.

Con toda esta parrafada quería decir que no pasa nada cuando alguien critica un libro o una película que nos gusta. Si lo hace por esos pesky little details (esos detallitos) como que el argumento no tenga ni pies ni cabeza, habrá que darle la razón. Y si lo hace porque no le gustan los protagonistas rubios, olé por esa persona. Nuestro disfrute, al menos el mío, no va a disminuir por lo que diga otra persona. Así que seguiré leyendo libros, buenos, malos o regulares, y unos los pondré a parir y otros por las nubes. Y si por el camino me encuentro una crítica de un libro que me haya leído, puede que hasta me haga verlo con nuevos ojos.

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Un comentario en «Novela romántica y literatura»

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